La “borrachera” de pasar millones de nuevos cotizantes a Colpensiones hace que se pierda gran parte de los flujos que se ahorran en el régimen privado, haciendo insostenible el sistema en el futuro.
Por David González Escobar – davidgonzalesescobar@gmail.com
“Nosotros igual no nos vamos a pensionar”, digo a veces en chiste cuando estoy con personas de mi edad. Sin embargo, más que en chiste, recientemente lo afirmo con risa nerviosa.
Tengo 25 años, por lo cual estoy condenado a jubilarme – mínimamente – dentro de otros casi 40 años, cercano al 2060: una fecha en la que probablemente ya va a haber estallado la bomba de tiempo que le deja a mi generación la actual propuesta de reforma pensional. Porque a pesar de que el proyecto de reforma que próximamente se discutirá en el Congreso cuenta con varias virtudes, al mismo tiempo nos castiga a los jóvenes a una gran injusticia intergeneracional: nos deja un sistema insostenible financieramente para cuando sea el momento en el que nos podamos pensionar.
Pero partamos de lo bueno, porque la reforma que se plantea desde el Gobierno responde a muchos de los principales problemas de desigualdad con los que cuenta nuestro sistema actual.
Por un lado, está el problema de la cobertura: sólo uno de cada cuatro colombianos en edad de jubilación logra acceder a una mesada pensional. El “pilar solidario” que plantea la reforma – un subsidio para las personas mayores que no cuentan con una pensión – establece un mecanismo importantísimo de protección para la vejez, atacando el problema.
Aun así, sigue estando lejos de ser una solución definitiva: solamente el 25% de los trabajadores cotizan. Sin atacar la informalidad y subir esta cifra – a la que la reforma laboral no le ayuda – no existirá jamás un sistema que cubra a toda la población.
Por otro lado, está el problema del gasto público alto y regresivo que el Estado le dedica a las pensiones. Gran parte del 3.5% del PIB que gastamos en este rubro se va subsidiando las pensiones más elevadas del régimen público, algo inaceptable contrastado con la baja cobertura que tiene el sistema. La creación de un “pilar contributivo” que plantea la reforma – donde todos los trabajadores contribuyen a Colpensiones por sus primeros tres salarios mínimos y, por encima de ese monto, aportan a una cuenta de ahorro individual – permitiría ponerle tope a este subsidio regresivo.
Sin embargo, paradójicamente, los mismos mecanismos que resuelven estos problemas agravan la desigualdad hacia las generaciones futuras: la “borrachera” de pasar millones de nuevos cotizantes a Colpensiones hace que se pierda gran parte de los flujos que se ahorran en el régimen privado, haciendo insostenible el sistema en el futuro. Se “liberan” recursos hoy, como afirmaba desde campaña el presidente, pero nos deja con un guayabo mucho peor para el día de mañana.
Colombia ya cuenta con una tasa de natalidad menor a la de países como Francia o Australia. A medida que la población continúe envejeciendo a ritmo acelerado, habrá menos jóvenes trabajadores y más viejos pensionados en el régimen de reparto, condenándonos a un déficit pensional mayor en el futuro a los jóvenes de hoy, una realidad irreversible mientras se decida concentrar la mayor parte de las cotizaciones en el régimen público. Si no se cambian los parámetros de la reforma actual o se acerca el tamaño del pilar contributivo en Colpensiones a un salario mínimo, los mayores nos están chutando el problema a los más jóvenes.
Pero ya qué, si de todas formas “tampoco nos íbamos a poder pensionar”.
Tomado de El Colombiano