By: Robinson Camargo Alvarado.
Así como se extinguió el mes de marzo y la noche de ayer, cada día de la cuarentena vemos marchar los últimos rayos del sol.
Muchas canciones le cantan a las tardes, los acordes y melodías nos transportan al recuerdo, al ver que los rayos del sol se alejan. Así cada día desde hace dos semanas observamos como los días con sus tardes languidecen producto de una pandemia mundial , que nos tiene abocados al silencio, al reposo y quedarnos en casa.
La isla solitaria con sus calles dónde se congrega el comercio y la hotelería, desiertas y protegidas por la autoridad policiva día y noche.
Quién vive lejos de la zona comercial le parecerá insólito que el ruido vehícular y la falta de turistas, hayan desaparecido y es tan real que sólo lo contemplamos cuando logramos éstas panorámicas al caer la tarde.
Todos esperamos que pase pronto la pesadilla, que ninguno de sus habitantes resulte afectado por el coronavirus (Covid 19) y cada día nos pongamos en las manos de nuestro Dios, para que El nos permita ver el futuro que se avecina.