
La propuesta del Gobierno de Petro de reforma a la salud no es más que la crónica de una debacle anunciada.
El modelo de la señora ministra Carolina Corcho es similar al de Perú, que llevó a su país a tener más de 240.000 muertes de Covid19.
En Perú se lo dividió en 25 subsistemas de salud regionales descoordinados y autónomos, lo cual fue determinante en la debacle del Covid-19, advierten los ex ministros de Salud de Perú y Colombia, Zamora y Gómez Ruiz.
La apuesta de Corcho sería la fractura estructural del sistema de Salud, al convertirlo en un modelo integrado por Equipos Multidisciplinarios de Intervención Territorial, Emit (brigadas de médicos, enfermeros y psicólogos a domicilio), algo así como unos 32 departamentales o más de mil municipales.
El modelo, curiosamente, no presenta una justificación técnica que pueda ser evaluada a futuro, sino expresa una visión política donde pareciera que todo se vale para justificar el cambio del sistema, desconociéndose cualquier logro del mismo, donde los indicadores brillan por la inexactitud y falta de rigor intelectual; el modelo evoca unos tiempos ya pasados en la salud pública con equipos barriales o veredales conformados por médicos, enfermeras y psicólogos que tendrán asignadas 400 o 500 familias bajo un enfoque de prevención, sin demostrar cómo van a resolver los problemas de salud, sin rutas de atención, sin el manejo de riesgos de pacientes mayores y crónicos que ha sido uno de los grandes logros del sistema, sobre todo en las áreas urbanas.
Este modelo llevan a la ruptura del sistema y la seguridad sanitaria, dejando a los territorios coordinando subsistemas de salud, lo que puede llevar a inequidades dadas las grandes diferencias en capacidades de gestión y los riesgos de corrupción. Ya hemos vivido desde los desfalcos en programas de nutrición hasta los famosos carteles de la hemofilia, según advierte el ex ministro de Salud Fernando Ruiz Gómez.
«Alarma la pretensión de otorgar a 1.000 hospitales públicos que apenas pueden con su propia gestión, la coordinación de las redes de servicios y derivación de pacientes hacia los 10.000 hospitales privados. Preocupa que se asignen actividades a los equipos sin presentar los costos del modelo, la disponibilidad de los recursos humanos, ni tampoco cómo se va a asegurar el flujo de información de las familias en un sistema con tantos proveedores de servicios. Los pacientes con enfermedades crónicas deben meditar sobre cómo se va a asegurar el financiamiento de sus tratamientos, mientras la plata de los medicamentos va a estar deambulando en equipos, casa a casa, recogiéndoles información y diagnosticando sin la seguridad de la pronta remisión.
Por eso existen los aseguradores y existen en muchos países del mundo, que gestionan los riesgos; conforman y auditan las redes de servicios; consolidan las cuentas médicas y aseguran la continuidad de los tratamientos.»
Un día en UCI vale entre 2.0 y 2.5 millones de pesos. En pandemia, cerca de 350 mil colombianos tuvieron estancias de entre 1 día y 2 meses. Nadie tuvo que poner un peso de su bolsillo, ni vender sus bienes.
El sistema protege financieramente a las Familias. Sobre todo a pobres.
Cómo va a atender estas enfermedades el Ministerio de Salud del gobierno de Gustavo Petro que pretende ofrecer salud a través de equipos médicos y enfermeros que visitarán a los enfermos en casa?
El tema del desprestigio que usa el gobierno como estrategia de aceptación de sus pretendidas reformas también ha causado el rechazo de los aliados de Petro como el senador Humberto de la Calle Lombana: «Ni el carbón de Colombia puede destruir la humanidad ni el sistema de salud es el más malo del mundo. La exageración no es una buena hoja de ruta. Petro ganó. Tiene derecho a gobernar. Pero esa llamada campaña permanente es nociva. Cambio si, pero cambio basado en la evidencia», trinó De la Calle.