Por: Daniel Newball H.
Hace poco escuché un programa de opinión radial que me obligó a reflexionar sobre un tema del que hace mucho tiempo nos hemos dado cuenta, y como comunidad con derecho a existir y prevalecer en su propio espacio, hemos descuidado de forma preocupante cediendo lugares a personas foráneas que vienen como aves de paso mientras puedan extraer los beneficios de esta región.
En ese espacio radial, se hizo referencia a un esclavista que le permitió a sus sometidos ser libres, declaró la emancipación de la esclavitud pero los seguía sometiendo a la pobreza, la ignorancia y la falta de posibilidades de crecimiento personal y económico en su espacio.
Pareciera que la situación que se podía trasladar a nuestra región, un sitio colmado de personas formadas con talento, colmada también de una clase dirigente excluyente, podría decirse que son hijos incluso de una pléyade de “privilegiados” del vetusto y marchito régimen de Puerto Libre que aún no aceptan que hace muchísimo tiempo se dio un relevo generacional y poblacional de personas que lograron superar las limitaciones y ahora tienen iguales o mejores condiciones de poder llevar a cabo un proceso de liderazgo en nuestra región.
En ocasiones me pregunto de que sirvió un proceso de formación académica básica y universitaria, la cual resulta costosa además, para luego aspirar o a salir de la isla a trabajar en otro sitio, viviendo en un exilio forzoso para ceder el lugar a personas que, apadrinados por un sanedrín perverso, logran mandar y gobernar de forma mediocre e irresponsable.
El mismo proceso de sometimiento existe y es orquestado por quienes tienen acceso a las fuentes de riqueza, no necesariamente preparados y respaldado por una base intelectual, movido más por las frivolidades de la vida moderna, que sirven de extensión de un grupo de ignorantes que se esmeraron poco por aprender las complejidades de la administración pública porque existen quienes, por un salario y varias prebendas y dádivas, pueden hacer el trabajo sucio por ellos.
Recientemente, y gracias a la información adquirida en una monografía publicada en el internet, me di cuenta de la forma como de manera paulatina se vienen cerrando las brechas en las comunidades y los grupos de excluidos se van creando de forma voluntaria.
Los partidarios del discurso modernizador consideran inevitable la desigualdad social y, para paliarla, apelan a la igualdad de oportunidades que proporciona el sistema.
Parten del supuesto de que todo individuo tiene un mayor o menor margen de maniobra y que, en esa medida, está exento de coacciones externas y es responsable de sus actos.
La libertad de los individuos, solos u organizados, es el motor del cambio social, pero también el origen o raíz última de los problemas que se padecen. En consecuencia, el origen de la marginación (diversas formas de exclusión, desviación o delincuencia) se sitúa básicamente en el individuo, en los desajustes que se producen entre él y su medio de vida.
La política social y las organizaciones voluntarias tratan de ayudar a esas personas mediante diversas fórmulas; pero esa ayuda tiene un límite cuando el sujeto afectado no acepta las ofertas que se le ofrecen y se niega a integrarse. En este caso, la mentalidad modernizadora afirma que cada cual es dueño de vivir como quiera, incluso como «excluido» «desviado» o «delincuente», pero entonces debe cargar con las consecuencias (pobreza material, rechazo social, castigos, cárcel, etc.).
No obstante, hay quienes se rehúsan a vivir de la forma como el sistema implantado les exige vivir y las personas naturales de la isla, incluso con formación, paulatinamente deben marcharse para darle paso a las demás personas que se están enriqueciendo y echan raíces en nuestra región.
No hay forma más efectiva de acabar con una persona que dándole todo, los que por fuerza de las circunstancias se han ido para hacer fortuna en otro lugar se han dado cuenta que pueden hacer algo mejor por sus vidas al marcharse, una situación para el análisis de quienes pretenden ejercer liderazgo más allá de ofrecer prebendas y regalos para que los sigan y en lugar de formar esclavos propenda por el crecimiento de cada individuo.