Resulta indigno para la población continental que habita las islas, mal llamada “paña” que cada que algunos líderes políticos de la etnia pretenden reivindicar sus causas sociales, étnicas y políticas, lo hagan a costa del mal trato y la discriminación hacia los primeros, como si tales luchas fueran contra estos miembros del pueblo colombiano y no contra el Estado colombiano que debe ser el único depositario de las justas reclamaciones de los primeros pobladores del territorio.
Sabemos que esta especie de racismo solo se da en el ámbito y las temáticas políticas por que en la cotidianidad de la vida diaria de las islas, más juntos, compenetrados, aliados y emparentados no pueden estar raizales y continentales.
De hecho, hoy día la frontera entre unos y otros es cada vez más indivisible por que los vínculos de sangre de las nuevas generaciones de isleños mestizos (fifthy fifthy) no permite estas divisiones ni discrimaciones raciales.
Por eso no es de buen recibo que cuando se llegan las elecciones salga a flote el ‘odioso racismo’ de quienes para reclamar sus derechos políticos a autogobernarse, descalifican a aquellos candidatos que no lleven apellidos raizales, porque ‘no son dignos’ de elegirse por el Departamento o el Municipio. La consigna de estos políticos es que a los “pañas” solo los quieren como electores, pero no para hacerse elegir, como si ese no fuera un derecho igualitario que establece la Constitución Política.
Esta además es una mala estrategia porque si de discriminar se trata, la misma condición minoritaria que hoy día afronta la Etnia Raizal los dejaría marginados de los procesos electorales si se radicalizaran las posiciones y los candidatos continentales decidieran elegirse con los votos continentales.
El más reciente caso se acaba de presentar con el parlamentario Jack Housni Jaller, quien irónicamente ha sido vetado en círculos ‘raizales” porque “un turco” no puede representarlos en el Congreso, hasta el extremo de haberse presionado la renuncia de su compañero de lista en el Partido Liberal, el pastor Alberto Gordon May. Y justamente ha sido Housni Jalller quien con mayor vehemencia en el Congreso, ante el Gobierno y en los foros de discusión como medios de comunicación y demás, ha reclamado el rechazo al fallo de La Haya que le despoja a los raizales el mar territorial, mientras que el otro parlamentario, Julio Gallardo Archbold, quien se dice raizal, más bien ha tenido un papel opaco en el tema y era quien venía promoviendo las exploraciones petroleras en las aguas del archipiélago que amenazaban con la destrucción ecológica de los hábitats de las islas. Esto indica que no se necesita tener una condición étnica o racial para defender una causa; lo que se requiere es conciencia.
Housni o cualquier otro político, candidato o aspirante a cargo de elección popular merecería ser vetado por mal político, incumplido, deshonesto o cualquier otra razón válida o legitima que a bien tenga esgrimir el sufragante, o porque en el libre albedrio el elector escoge a quien elegir y a quien no, pero nunca por razones raciales.
Por ello no es sano que se le desconozcan derechos a los residentes que legalmente han vivido pacíficamente durante décadas, que han nacido en las islas, que le han aportado al archipiélago, que aquí han echado raíces y aquí morirán como ocurrió todo ello con el diputado Benlevi Pechtalt Meza, quien pese a su origen judío, contribuyó al bienestar de muchas gentes residentes y raizales de las islas hasta su muerte.
Es cierto que la Constitución de 1991 le reconoció al grupo étnico una discriminación positiva a su favor, pero no contra los continentales que legalmente están asentados en el archipiélago, si no contra el resto de colombianos que no habitan las islas.
Pero en todo caso, el racismo está proscrito no solo en Colombia si no en el Mundo, en todas sus manifestaciones y las expresiones racistas que se viven en San Andrés no pueden tener ninguna clase de aceptación, porque además en el mundo globalizado en el que hoy día vivimos, ya no hay barreras ni físicas, ni religiosas, ni sexuales, ni mucho menos raciales.
El recién fallecido Nelson Mandela, el más emblemático representante de la raza negra junto a Martin Luther King y el hoy Presidente Obama dejó un buen ejemplo de tolerancia no solo política si no racial que bien vale la pena que empezáramos a aplicar en las islas, donde lo que se necesita no es la división racial, si no la unión fraternal para que juntos peleemos las luchas que se vienen y que requieren del concurso de todos, sobre todo en el propósito de recuperar el mar territorial despojado.