
Estábamos advertidos de que este año iba a ser difícil para la economía por los nubarrones que se veían venir desde el 2022. Pero tal vez pocos contaban con que, en las últimas semanas, se iban a sumar rayos y centellas que están poniendo nervioso a más de un colombiano.
La inflación se niega a ceder y no baja del 13% anual a pesar de las elevadas tasas de intervención del Banco de la República. Los precios altos les restan poder adquisitivo a las familias y hace que se restrinjan a la hora de comprar. Además, con intereses tan altos de los préstamos, la situación se complica. Para la muestra está la caída del 17% en la venta de vehículos, del 64% en la comercialización de viviendas y del 11% en las ventas de la industria. La economía que venía como un tren a toda marcha ahora suena como una locomotora fatigada.
El turismo, uno de los sectores llamado a ser el nuevo motor económico, no despega. La crisis de dos aerolíneas de bajo costo, Viva Air y Ultra, asestó un duro golpe a la movilización de viajeros por vía aérea y afectó duramente sitios turísticos como el archipiélago de San Andrés y Providencia.
Viajar por carretera también se ha vuelto un drama. Basta recordar las más de ocho horas que se demoraron los turistas en recorrer la vía Bogotá-Girardot, una de las más transitadas del país en Semana Santa. Y la grave situación en el occidente colombiano para el envío de mercancías y tránsito de personas por la parálisis en la vía Panamericana, que lleva meses sin solución, y el reciente derrumbe del puente que une Quindío con el Valle del Cauca. Parece que el gobierno se olvidó de la cuarta y quinta generación de concesiones viales porque no se ha vuelto a hablar de ellas.
Aunque el gobierno no es responsable de todo lo que pasa, sí se ve desbordado con tantos frentes que tiene abiertos y a los que debería prestarles atención más oportuna. ¿Dónde están los proyectos de infraestructura que prometió el Gobierno? ¿Qué se hicieron los subsidios de vivienda que tanto dinamizan el sector y sobre todo permiten a sectores populares tener casa propia? ¿Dónde estaba el ministro de transporte cuando se dio la crisis de las aerolíneas de bajo costo? Son, lamentablemente, más sombras que luces las que se están viendo en estos momentos en Colombia.
La incertidumbre por las reformas a la salud, pensiones y laboral sigue creciendo. No se sabe qué va a pasar en el Congreso ni que otras arandelas les van a colgar. En Salud, las EPS están pegadas del techo porque dicen que les quedan dos años de vida; en pensiones, los fondos privados afirman que se van a marchitar, y en el tema laboral la propia ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, dijo que la reforma no era para crear puestos de trabajo. Cada día crece el consenso de que algunas reformas —al menos la de la salud— no solucionan los problemas y por el contrario los podrían agravar. Ese tipo de incertidumbre, por supuesto, no ayuda para nada en los momentos que atraviesa la economía del país.
No es que los medios quieran atacar al gobierno porque sí, ni que estén creando relatos como dice el presidente Gustavo Petro; su función es registrar los hechos, advertir sobre lo que no está marchando bien y destacar lo bueno.
Sobre lo bueno, por ejemplo, cabe destacar el descenso en la cotización del dólar que la semana pasada rompió hacia abajo la barrera de los 4.500 pesos. Es una buena noticia porque un dólar caro le echa más fuego a la inflación y aumenta sustancialmente el costo de la deuda.
También cabe destacar que el precio del barril del petróleo está al alza, lo que genera mayores ingresos para la nación, que tanto lo necesita. Y el gobierno, a pesar de las críticas, se amarró los pantalones y ha venido subiendo el precio del galón de gasolina con lo cual disminuye el hueco en el Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles.
De todas maneras, por muy buenas intenciones del gobierno y algunos buenos indicadores lo acompañen, mientras siga desarticulado, con funcionarios en entidades clave sin suficiente experiencia y con propuestas populistas o francamente absurdas, como poner al Banco de la República a emitir para pagar indemnizaciones a ocho millones de víctimas, el panorama seguirá complicado.
Si la actual administración no ayuda a poner las cosas en orden y, por el contrario, es la que fomenta el caos, todo puede empeorar. Este año estará marcado por la desaceleración económica, lo que ratificó el Fondo Monetario Internacional (FMI) al señalar que Colombia solo crecería 1%, menos que el promedio mundial del 2,8% y se notará bastante el frenazo teniendo en cuenta que en 2022 el crecimiento fue del 7,5%. El Banco de la República es más pesimista y dice que la economía no crecerá más de 0,5%.
Si a la economía no le va bien a muchos colombianos tampoco porque a mayor desaceleración más desempleo y a mayor desempleo más pobreza y malestar social.
Petro ha dicho que la izquierda no se puede dar el lujo de fracasar. Entonces, si quiere enderezar el rumbo, debe tomar las medidas adecuadas para un buen manejo de la economía