En esta semana se instaló la audiencia de juicio oral por el homicido de María Mercedes Gnecco Serrano, en donde se interrogó al abogado señalado de ser el presunto autor material del crimen José Manuel Gnecco Valencia si aceptaba cargos a lo que éste manifestó que no y se declaró inocente.
Luego la Fiscalía presentó su teoría del caso ratificando el escrito de acusación en tanto que la defensa material de Gnecco, presentó su teoría alternativa, y sustentó 7 testigos sobrevivientes y la Fiscalía un perito de refutación, el que fue negado por la férrea oposición de la defensa, mientras que a Gnecco le decretaron 2 testigos sobrevivientes
relacionados con el estudio técnico científico del arma incautada con la que cegaron la vida de la señora Maria Mercedes Gnecco Serrano.
La audiencia continuará el próximo 20 de septiembre con la apelación parcial de la defensa.
LA INTERVENCIÓN DE GNECCO VALENCIA
Lo primero que quiero hacer público en esta audiencia, con absoluta claridad y sin ambages, es ratificar la reivindicación de mi inocencia. Soy doble víctima de la pérdida irreparable de la mujer que adoro, por cuenta de las manos criminales de la delincuencia; y de la más descarada exhibición de deshonestidad intelectual que representantes de un organismo estatal hayan realizado, pretendiendo el éxito de una escandalosa estafa procesal bajo la cual se oculta el desconcertante abandono de sus más elementales deberes constitucionales y legales.
Este juicio, señora Juez, no es, como debería ser, el juzgamiento de los autores del homicidio de María Mercedes. Es la escenificación de una pantomima creada por mentes fantasiosas que, en medio de su incompetencia, su mediocridad y su carencia absoluta de vocación por la verdad y la justicia, optaron por el camino fácil de suprimir la evidencia de la presencia de los asesinos en la escena del crimen, tergiversándola, para crear el artificio de la inexistencia de terceros en el lugar de los hechos, y poder deducir, de esa manera, que siendo yo la única persona diferente a mi esposa que se encontraba en la casa, soy el autor del disparo que acabó con su vida. Esa es, señora Juez, la espuria tesis que intentarán demostrarle.
Semejante absurdo ha causado un daño irreparable. A la memoria mi esposa, cuyo homicidio permanece en la penumbra de la impunidad. A mí, que fui privado injusta y arbitrariamente de mi libertad. Y a los hijos y hermanas de María Mercedes, de cuyo dolor y debilidad se aprovechó la fiscalía para convertirlos no solo en mis enemigos, sino en su instrumento para desatar en mi contra una despiadada campaña de exterminio moral, ilusionándolos quizá con la quimera de que la ausencia de pruebas se puede suplir con la presión indebida, interesada e irresponsable de algunos medios de comunicación.
Muy grave, especialmente para ellos. Porque, aunque en todas partes se reconoce el riesgo de condenas injustas, mi inocencia, el arduo trabajo de la defensa, la tozudez de los hechos y la burda confección de la acusación, conducirán inevitablemente a mi absolución. De alguna manera superaré los traumas de esta segunda infamia, pero no me atormentará el resto de mi vida haber contribuido a la impunidad del crimen de María Mercedes, ni haber intentado desahogar mis frustraciones y rencores atentando contra la libertad y la integridad de una persona inocente.