La juventud isleña está desperdiciando su vida entre las pandillas y la velocidad. Los cementerios de la isla albergan más jóvenes que viejos, aunque la Ley de la naturaleza, o selección natural indica que primero se van los más viejo y dan paso al relevo generacional de los más jóvenes.
Pero en San Andrés no está habiendo relevo generacional. Muchas generaciones ha perdido esta comunidad en las cárceles o en el inmenso mar Caribe, donde desaparecían en la travesía, producto de la aventura del narcotráfico que les ofreció dinero rápido en muchas cantidades.
Y los que se salvaron de una cárcel en el exterior, cayeron recientemente en la cruenta guerra entre bandas criminales, donde la mayoría de las víctimas eran chicos que apenas superaban a los 20 años en su gran mayoría.
Solo este fin de semana, las más importantes noticias que se producen en San Andrés tienen como lamentables protagonistas a los menores de edad.
El pasado sabado 21 de marzo en el sector de Morris Landing se presentó una riña en una reunión familiar, donde los vecinos denunciaron que se hicieron disparos al aire, al lugar llegó la Policía Nacional, quienes realizaron el registro a personas, encontrando armas blancas que portaban en el momento. En esta riña resultó herido un menor de 16 años de edad con laseración en la pierna y el hombro derecho y una contusión en la cabeza, según informó la Policía Nacional a esta redacción. Y durante os últimos fines de semana son los menores los que protagonizan riñas terminando lesionados por su falta de tolerancia a la hora de solucionar sus diferencias.
Y como si faltaran más hechos que involucran menores de edad, el lunes festivo cerró el puente con una trágica situación en carreteras de la ciudad, donde un menor de edad, estudiante de un colegio de la isla, resultó muerto y su acompañantes, otra menor de edad, gravemente herida, que al cierre de esta edición se debatía entre la vida y la muerte.
Lo que todos preguntan es donde están los padres de familia que han dejado sus hijos a su suerte, como abandonados, sin ejercicio de autoridad, que actúen a sus anchas, sin Dios ni Ley, dejando regada su vida en las carreteras o en las peleas de pandillas o por simple intolerancia. La institución familiar está fallando flagrantemente, deja en la escuela o en la autoridad, la suerte de sus hijos.
Si como sociedad no damos un giro radical a este respecto, no tendremos futuro, no tendremos a quien releve las generaciones que ya por selección natural están dejando su paso por la vida. Y este giro debe comprometer a instituciones como la familia, los padres, las escuelas, las iglesias, las autoridades y por supuesto los jóvenes.