Por: Daniel Newball H.
Muchos han mostrado su indignación por los hechos recientes ocurridos en Venezuela, donde su mandatario, el Presidente Nicolás Maduro Moros, en una decisión ejecutiva de gran trascendencia, decidió efectuar una purga general de colombianos que, según sus palabras, están relacionados con el paramilitarismo y, por ende, son los encargados de generar violencia en su país.
Debo manifestar que ha sido una estrategia bastante inteligente para poder distraer la atención de la población venezolana frente a la actual crisis socioeconómica, echarle la culpa a los extranjeros por todo lo que está sucediendo en mera demostración de que escoger un chivo expiatorio es válido para distraer a la población.
Sin embargo, aquí mismo en nuestra tierra, hubo un momento de nuestra historia donde sonó hasta el cansancio que la única solución viable para la crisis económica en la isla era, indiscutiblemente, sacar a más de treinta mil “pañas” de San Andrés, retornándolos a su lugar de origen.
Un mandatario seccional prefería que le dieran esa “buena noticia” antes de que le siguieran enviando recursos para mejorar la calidad de vida de los isleños, al fin y al cabo la zona de confort de los habitantes de la isla podría incrementarse gracias a las condiciones favorables que podrían ofrecer la mejora de una infraestructura de servicios públicos y condiciones de habitabilidad mejores para la población.
No cabe la menor duda que es necesario que veamos las consecuencias de ciertos actos en otros lugares para que nos demos cuenta de la atrocidad de los errores que podríamos cometer de lograr efectuar una acción tan radical en aras de encontrar soluciones a la problemática social.
Estoy seguro de que no tendríamos que llegar a estas consecuencias, más si tenemos herramientas legales de control poblacional provistos por parte de la Constitución Nacional, sin embargo la siempre compleja y variable legislación de la Administración Pública, que permite cometer delitos de forma descarada y frontal sin permitir que nos lleven a la cárcel, lleva a que se viole una y otra vez lo establecido por las normas.
No obstante es necesario observar las cifras al implementar cualquier tipo de acción “afirmativa” para lograr soluciones de carácter frontal para resolver el tema de sobrepoblación, es el segundo país con más cantidad de desplazados en el mundo.
Hasta mayo de 2011 el Gobierno de Colombia ha registrado a más de 3,7 millones de desplazados internos en el país. ONGs como la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES) consideran que la cifra real de desplazados por el conflicto armado interno desde mediados de los años 80 supera los 5 millones de personas.
El desplazamiento en el país es una consecuencia directa del conflicto armado de Colombia. Con casi 400.000 refugiados y entre 4,9 y 5,5 millones de desplazados internos en 2012, el país es protagonista del mayor drama humanitario del América latina, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
El fenómeno de desplazamiento forzado en Colombia es un problema grave con implicaciones sociales, políticas, económicas, culturales y demográficas; causado por la violación de los Derechos Humanos y las transgresiones a las normas del Derecho Internacional Humanitario en el marco del conflicto interno armado, es nacional y se le debe exigir al Estado con el debido tratamiento de un problema propio de derechos humanos.
Demanda un tratamiento propio de un problema de Derechos Humanos y, desde esta perspectiva, exige el atributo de la integralidad por cuanto éstos son indivisibles, interdependientes y complementarios.
En consecuencia, la prevención, la protección, la atención humanitaria de emergencia y post emergencia y la re construcción, deberán garantizarse a través de pro puestas que posibiliten dar respuesta a las demandas en estos aspectos.
Ahí radica lo inhumano e indignante de lo realizado por el Presidente Nicolás Maduro en Venezuela, y lo descabellado de hacer lo mismo con los “pañas indeseables” en las Islas por parte de autoridad alguna.
Mi conclusión es en tiempos de globalización e integración fronteriza, donde los países de a poco van desapareciendo y las corporaciones privadas se encargan del bienestar de la población es paradójico ver como solución al problema de violencia y caos generado por la sobrepoblación este tipo de métodos, cualquiera de nosotros podría verse involucrados accidentalmente en una situación donde de manera aleatoria nos podrían involucrar en un desplazamiento forzoso.